Blog pensado por y para los que defendemos el modelo de vida de la clase media en lugar del modelo "liberal" que se está imponiendo.
El objetivo además es que los temas y la forma de abordarlos tengan también una óptica de clase media, encontrando un punto intermedio entre el elitismo y el populismo. Imagino que a veces es difícil no inclinarse hacia el uno ni hacia el otro, pero al menos se intentará.

viernes, 26 de agosto de 2011

¿Peregrinos?

Tras haber sufrido la bastante terrorífica experiencia de intentar hacer mi vida normal en Madrid durante las llamadas jornadas mundiales de la juventud la semana pasada, la primera entrada del blog no la puedo dedicar a otro tema. Empiezo diciendo que me parece muy respetable que los católicos practicantes se reúnan en Madrid o en cualquier sitio con su líder espiritual para hacer sus ceremonias y sus celebraciones, vivimos en una sociedad plural y debe haber un espacio para todos. Pero precisamente por eso último, que la ciudad debe ser de todos y para todos, no es de recibo un trato de privilegio hasta extremos totalmente injustificables para ningún colectivo de visitantes, y tampoco para los católicos.




El primer mito que me propongo desmontar es la denominación de "peregrinos" con los que la prensa española ha bautizado a los turistas simpatizantes del Papa. Al diccionario de la RAE me remito: peregrino es aquél que "anda por tierras extrañas" o "por devoción o por voto va a visitar un santuario, especialmente si lleva el bordón y la esclavina". Muchos de los turistas que han venido a ver al Papa eran extranjeros pero no todos, ¿Madrid es una "tierra extraña" para los de Toledo? ¿Y por qué los "guiris" que vienen en cualquier momento del año a ver el Prado o a inflarse de sangría no tienen derecho a la denominación de peregrinos si también andan por "tierras extrañas"? Por otra parte, en Madrid existen algunas iglesias dignas de ver, pero ninguna tiene la categoría de santuario ni la capital de España es una ciudad santa según ninguna religión. Es decir, no ha habido ningún peregrino en Madrid, solamente turistas.


Esta falsa denominación de peregrino para el turista religioso no me parece que se quede en una anécdota, sino que resulta una buena forma de plantear de entrada un trato diferenciado con respecto a cualquier otro visitante. Me parece estupendo que vengan turistas para ver al Papa, siempre y cuando se paguen su alojamiento, se destinen al acto unas instalaciones razonables y unos medios públicos razonables, y se mantenga una actitud respetuosa con la población de la ciudad que está trabajando y haciendo su vida normal y que no está interesada en los actos en los que ellos participan.
Lo que ha ocurrido en Madrid es que las autoridades públicas han regalado la ciudad a los fans del Papa sin ningún tipo de consideración hacia la ciudadanía, y ellos han actuado, empujados por esa actitud de sumisión absoluta a sus intereses y deseos, como si Madrid entero les perteneciera. No es de recibo que todo el centro de la ciudad esté sometido a graves restricciones de tráfico y servicios públicos durante una semana entera; tampoco que, cuando llevamos años de fortísimas subidas en las tarifas del transporte público los supuestos "peregrinos" paguen un precio irrisorio por el uso de un servicio que han estado colapsando varios días. Y sobre todo que Ramón Jáuregui, ministro de la presidencia, considere poco relevante hacer las cuentas respecto a cuánto le cuesta al Estado la visita del Papa es muy insultante para todos los parados y para todos los funcionarios y pensionistas que tienen su sueldo recortado o congelado. Cuando nos están diciendo todos los días lo delicada que es la situación económica de nuestro país, muchos pensamos que no estamos para eventos y fiestas de estas dimensiones con tal derroche de medios públicos.


La falacia del "coste cero" es el segundo mito fácilmente desmontable de esta visita papal. Es un truco muy viejo, pero funciona, venderle a la prensa que algo se está financiando con dinero privado, cuando luego dicho dinero se descuenta de manera prácticamente íntegra de la declaración de la renta de las empresas patrocinadoras. Vale, el estado no está gastando ahora dinero en la visita, aparte del coste de las medidas de seguridad, de los servicios sanitarios reforzados y de los centros escolares abiertos, que ya es bastante, pero será un dinero que se dejará de recaudar en la campaña de la renta del próximo año, por lo que a efectos prácticos es el dinero de todos el que está financiando los confesionarios del Retiro, los menús del peregrino, los grandes escenarios para que las multitudes aclamen al Papa, etc. Creo, e imagino que también muchos católicos sensatos estarán de acuerdo, que en un momento de crisis tan grave en el que están en juego las pensiones, los sueldos de los funcionarios, las prestaciones de la sanidad pública que pretendían regalarse a los "peregrinos", etc., el país tiene otras prioridades. ¿Que se malgasta dinero público en muchas otras cosas? Totalmente de acuerdo y es probable que estuviera de acuerdo con quien protestara en ese sentido, pero eso no es excusa para malgastar todavía más.


Por último, no quiero pasar por alto el tema cívico. Muchos de los visitantes eran muy jóvenes, y su inconsciencia se podría disculpar hasta cierto punto, pero no la de los adultos, religiosos en muchos casos, que les acompañaban. Me parece francamente mal que no les dieran instrucciones de molestar lo menos posible a los habitantes de Madrid durante su estancia. Es una enorme falta de respeto entrar como una jauría cantando y dando palmas en un transporte público lleno de gente que va o que viene de trabajar, y también lo es invadir con los mismos cánticos la calle e imponer a los demás tus banderas y tu fiesta; aunque los medios de comunicación católicos se nieguen a realizar la más mínima autocrítica, no ha sido solamente a los supuestos "laicos agresivos" a quienes les ha molestado el comportamiento de los peregrinos; su mala educación ha sido un comentario unánime de todos los residentes de Madrid, católicos o no. Algo prácticamente inevitable cuando los privilegios que supone ha convertido a la tarjeta de "peregrino" en un pasaporte a unas vacaciones en Madrid por un precio ridículo. Turismo juvenil de bajo coste es lo que ha acabado siendo la visita del Papa. Sí, la misma algarabía ocurre también cuando hay un partido de fútbol de seguimiento masivo; me parece igualmente mal, pero no dura una semana sino unas pocas horas o un día a lo sumo y se concentra en una zona de la ciudad, no se les permite invadir Madrid al completo. Tratemos a todo el mundo por igual.


Fuente de las imágenes: El País y la cadena SER.

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